Entrevistamos al expresidente del COER, Pedro Vidal

Tema: Museo del COER. De cuando éramos matronas, practicantes y enfermeras.

El Colegio de Enfermería de La Rioja guarda un tesoro entre sus paredes y pasillos; guarda la memoria, el pasado y el ayer de enfermeras, matronas y practicantes, las tres profesiones que hoy conforman la Enfermería.
Nos referimos al museo del COER, un espacio formado por instrumental, productos, uniformes, documentos, libros, diplomas, carnés y todo tipo de objetos y artilugios sanitarios antiguos, cuyo destino era acabar olvidados en polvorientas cajas de trastero.
Alguien pensó que este patrimonio material e inmaterial de la enfermería no merecía este final y le busco un espacio digno donde lucirse y mostrarse a las generaciones venideras. Esa persona fue Pedro Vidal. Durante los 33 años que presidió el COER se preocupó de crear y alimentar este museo y de preservar nuestro pasado. Hoy en día en que todo es ligero, fungible, desechable, rápido, inmediato, este museo también nos ayuda a entender en qué condiciones trabajaban nuestros antecesores y a ponernos en su piel.
Esta semana, en el Colegio de Enfermería, hemos charlado con Pedro Vidal para conocer los orígenes de esta iniciativa y su significado para el colectivo profesional.

P. ¿Qué significó para ti, como presidente, haber podido llevar adelante el proyecto del museo? Tengo entendido fue un proyecto muy personal.

R. Sí, efectivamente, aunque tengo que decir que quienes me acompañaron en las sucesivas juntas compartieron con ilusión ese proyecto. Siempre me ha interesado la historia de la enfermería. Y como he ido pasando por diversos trabajos donde había mucho material. no estrictamente enfermero, pero sí muy relacionado, se fue convirtiendo para mí en una afición. También los colegiados acogieron siempre con mucho interés el museo, especialmente cuando acudían a los cursos presenciales que había en el Colegio.

P. ¿Cómo comenzaste con el museo?

R. El primer antecedente está en los primeros Encuentros de enfermería riojana, Cuidados como seña de identidad, que se organizaron en 1992 en la biblioteca pública. En el espacio que nos dejaron expusimos una serie de materiales que yo tenía, más alguno que trajeron los colegiados. Hicimos una pequeña exposición que gustó y a partir de ahí decidí seguir almacenando cosas que iba encontrando, a pesar de la dificultad del espacio para hacerlo (el COER aún estaba en la antigua sede de Gran Vía).

Más tarde, en 2012, hicimos una exposición de la historia de la enfermería en La Rioja ‘Ayer y hoy de la Enfermería’ en la sala de Cajarioja, en la antigua Merced. Ahí ya hicimos una exposición en condiciones. A partir de entonces le dimos forma al museo. Se compraron las vitrinas y fuimos acumulando piezas. Algunas las han ido aportando los los colegiados, pero la mayor parte, no sabría decirte un porcentaje, ha sido mi aportación.

P. La exposición también ayuda a hacer un recorrido por el ayer y se compone de una parte de instrumental, productos y aparatos sanitarios y de otra formada por documentación, como libros, títulos y cuadros explicativos.

R. Todo lo que fuimos recopilando, objetos y libros, así como una serie de títulos, los fuimos complementado con cuadros explicativos de la historia de la enfermería, algunos de ellos son míos y otros nos los dejaron del colegio de Cádiz. Y para contar el hoy, hicimos una colección de fotografías -actuales en ese momento de 2012- del ejercicio de la profesión.

P. ¿La exposición ha viajado fuera del colegio y de Logroño?

R. La exposición como tal, no. A León se llevaron la mayor parte de ella, porque quisieron reproducir la misma exposición que habíamos hecho nosotros. Ellos, previamente, nos habían cedido para nuestra exposición una colección de trajes antiguos de enfermería, una reproducción basada en el trabajo de investigación de un grupo de colegiadas de León.

Nosotros aportamos los dos uniformes que hay en el museo que fueron cedidos por Yolanda Jalle (entonces vicepresidenta del COER). Uno representa el de enfermera del Insalud y el otro era de alumna. En la cofia llevaba unas rayitas que indicaba en qué curso estaba. El de esta alumna en concreto lleva 3 (porque estaba en 3º).  También al Colegio de Ciudad Real le cedimos una parte de nuestra exposición y a Murcia.

P. Las vitrinas se diseñaron a medida para este museo.

R. Si, específicamente para eso. La anterior sede era un piso de 90 metros en la Gran Vía, con lo cual, allí no se podía hacer nada, por eso, a partir de los primeros encuentros de enfermería guardamos algunas cosas porque no teníamos más espacio, y se perdieron otras. Casi todo ese material procede de sitios donde había sido dado de baja por obsoleto. Algunos compañeros me avisaban “oye, que en tal centro de salud hay no sé qué, que ya no se usa”. Y así lo iba recopilando.

«Quienes me acompañaron en las sucesivas juntas compartieron con ilusión ese proyecto»

P. ¿Y quién te ayudó a clasificar, fechar, catalogar? Ha tenido que ser mucho trabajo.

R. Pues eso lo he hecho prácticamente solo. Era una afición en mis ratos libres. Y la compartía con otros compañeros. Tanto para identificar piezas como de cara a escribir la historia del colegio, colaboré con un historiador de Ciudad Real, Raúl Expósito, que está en el hospital de Puerto Llano y también en la Facultad de Enfermería de Ciudad Real. Igualmente compartía esta afición con compañero de Vizcaya, que era un grandísimo aficionado, un historiador que tenía muchos libros antiguos en los que encontré la respuesta a cosas que encontraba y que no tenía ni la más remota idea de lo que podían ser.

P. Por ejemplo.

R. Por ejemplo, un aparato raro de las antiguas matronas, craneoclasto del siglo XIX, que se utilizaba para romper el cráneo (para extraer el feto cuando ya estaba muerto). Me volví loco porque eso parecía un forceps, pero tenía unas hendiduras que no se correspondían con la delicadeza con que hay que extraer un recién nacido. Fue algo muy complejo y me costó mucho tiempo encontrar lo que era.

P. Una vez montado en las vitrinas en la nueva sede comenzaría a llegarte más material..

R. Sí, pero no demasiado. Como aportación de fuera puede haber un veinte por ciento, por decirte algo. Es cuando se ve así, montado en las vitrinas, cuando la gente dice “ya te voy a traer no sé qué que tengo”.

P. ¿Por qué aparece instrumental de odontología?

R. A ver… los antiguos practicantes también sacaban muelas. Hacían de todo. Y además eran sacamuelas. Y, de hecho, ese material de odontología que tienes ahí es una de las cesiones de colegiados actuales, hijos de antiguos practicantes.

P. ¿Quiénes son las mujeres con bebés que aparecen en la fotografía?

Esa es una historia muy curiosa. En los segundos encuentros de enfermería riojana, hicimos un homenaje al más antiguo de los practicantes, matronas y enfermeras. Y en el caso de las matronas, la más mayor que encontramos era la hija de la primera matrona colegiada que hubo en La Rioja: Saturnina Sáenz Galera. Esta foto nos la entregó ella. Aparece su madre con las mujeres que había asistido en el parto y sus bebés. Y también figuran en el museo los carnés de la madre y de la hija y el nombramiento de Saturnina como comadrona de la Beneficencia Municipal en 1929.

«Todo esto, si a ti te suena a chino… ¡imagínate a la gente nuestra actual!»

P. ¿Y la historia romántica de los guantes, que fueron creados por un cirujano americano para proteger a su enamorada?

R. Es una historia muy bonita que la creó un médico para su novia o mujer de la que estaba enamorado. La encontré en un libro antiguo y decidí replicarla.  Evidentemente esos no son los guantes originales, pero sí unos muy antiguos que teníamos que sirvieron para ilustrarla y dar un poco de contexto.

P. Las gafas plomadas parecen más bien de aviador.

Esas son las gafas que se utilizaban realmente, que parecen gafas de sol. Antes, todos los hospitales, ambulatorios y las consultas privadas de los médicos tenían un aparato de rayos X. Te daban un pantallazo y de aquello saltaba radiación a montones (eso tu no lo has conocido).

Y no estamos hablando de una radiografía, sino de una escopia; se llamaba radioscopia: te miraban, te iban haciendo girar y, bueno, es lo mismo que una radiografía, pero en movimiento. En la exposición hay dos gafas de este tipo y los guantes plomados para las radiaciones. Por una cuestión de espacio no pudimos exponer los delantales plomados.

«Los antiguos practicantes también sacaban muelas. Hacían de todo»

P. ¿Qué me cuentas del biberón inglés?

R. Este lo compré en un mercadillo de Ámsterdam. Lo llamaban biberón inglés y en realidad el nombre es biberón de doble tetina y su función era ir alternando y que cogiera aire.  

P. La bombona para goteo es enorme…

R. Está cogida de un antiguo quirófano, tiene que ser antiquísimo. Yo no lo he visto funcionando nunca. Y otra de las curiosidades del mismo calibre es una máquina de transfusión brazo a brazo, un aparatito pequeño con una manivela.

P. Reanimador Arecheta

R. Es muy original porque es el antecesor de lo que hoy en día conocemos todo el mundo como Ambu®. Es el primero de un médico español. Aparece en el museo fechado en 1950 con su prospecto original. Precisamente, este reanimador y la maquina de transfusión brazo a brazo fueron aportaciones de colegiados.

P. Para ti, como creador del museo, hay alguna pieza más valiosa que otra, bien por valor sentimental, bien como antigüedad?

R. Lo que es valor no. Basándote en la historia, todas tienen valor sentimental. Todo esto, si a ti te suena a chino…¡imagínate a la gente nuestra actual!

P. ¿Te gustaría ver esta exposición cobrando vida fuera del colegio?

R. Sí pero tendría que ir en un contexto bastante más amplio como cuando la hicimos en el marco de los encuentros de enfermería. Nos dejaron muchas cosas, había una colección de muñecas vestidas de enfermera que había hecho la gente. También había títulos, carnés, libros; de hecho expusimos un manual de enfermería en castellano antiguo de 1605, que habían encontrado en una librería de Lisboa. Más todos los trajes. Por eso digo que debería ser en un contexto.

«Basándote en la historia, todas tienen valor sentimental»

P. ¿Está tu carné?

R. Sí; aunque no me reconozcas jeje sí, está, con el número 361. Es el primero que tuve cuando llegué a Logroño

P. ¿Y unas insignias antiguas con el lema caridad, ciencia y arte?

R. Era el lema que tenían antes las enfermeras

P. ¿Caridad, ciencia y arte?

R. Para entender algunas cosas hay que leer la historia de la enfermería, que es lo que simboliza el monumento, que procedemos de tres ramas: los practicantes, las matronas y en un tercer plano estaban las enfermeras, que tenían menos rango que practicantes y matronas. En 1953 nos unificaron a los tres en el título de ATS y empezaron realmente a impartirlo en el 1954. La unificación de los tres colegios se hizo alrededor del 76/77. En el 78 estuve allí participando en la unificación de los colegios. Hasta entonces enfermeras y practicantes estábamos en un mismo colegio cuya sede estaba en Avenida de Navarra y a las matronas les habían dejado una habitación en antiguo colegio de médicos de Avenida de Portugal.

Respecto a las festividades, las matronas celebraban el Perpetuo Socorro y nosotros San Juan de Dios.

P. ¿Y el Día de la Enfermería, el 12 de mayo?

R. Eso tiene su historia. En la época que yo entré de presidente estábamos en una sociedad cambiante, reinaba un cierto agnosticismo. San Juan de Dios era patrón de los practicantes, pero aquí tampoco se celebraba mucho. Decidimos adoptar el 12 de mayo que era el Día Internacional porque era más aséptico, válido para creyentes y no creyentes, para una celebración laica.

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