Entrevista a Ángela de La Fuente de Luis

Enfermera y Musicoterapeuta

Primer premio Liderazgo Enfermero con el proyecto ‘Cuidados Sonoros: Integración de la musicoterapia hospitalaria liderada por enfermería con formación específica en musicoterapia’

Esta polifacética enfermera burgalesa llegó a Calahorra por amor y trabaja desde hace cuatro años en el Hospital de Calahorra. Como enfermera —“me he movido mucho”— ha adquirido experiencia en diversos puestos y servicios: centros de día, de discapacidad intelectual, residencias de mayores, un centro de recuperación en Bilbao y un centro de cuidados paliativos en Vitoria.

Su formación sanitaria y musical —es musicoterapeuta especializada en medicina y tratamiento del dolor y maestra de Educación Musical— hace que su perfil sea diferente y difícil de encontrar en nuestro sistema sanitario.

Acaba de ganar el primer premio de Liderazgo Enfermero, enmarcado en las II Jornadas de Debate que ANDE celebró en Logroño, por un proyecto que propone la implementación de la musicoterapia liderada por enfermería en el Hospital de Calahorra.

Su lucha y su deseo: lograr que la enfermería y la musicoterapia continúen ganando terreno en materia de liderazgo, favoreciendo su difusión y desarrollo profesional en nuestro país en los términos que realmente se merece.

P. ¿Ganas un primer premio con una temática que actualmente es controvertida en los hospitales españoles?
R. Sí. A pesar del reconocimiento de la musicoterapia en países europeos y americanos, en España seguimos viviendo un retroceso en este sentido, catalogándola como pseudoterapia, cuando en realidad se trata de una disciplina científica con evidencia rigurosa y un beneficio más que evidente en los cuidados de los pacientes, junto con la colaboración de todo el equipo multidisciplinar.

P. ¿Y qué sitio se le está dando realmente en el ámbito sanitario?

R. Se la va reconociendo, pero todavía no figura como categoría profesional.

P. ¿Cómo recibiste la noticia del primer premio?
R. Fue una sorpresa. Me había apuntado a estas jornadas (II Jornadas de Debate de ANDE) y previamente no habían anunciado nada sobre el fallo del premio; lo desvelaron allí, lo cual lo hizo aún más emocionante.

P. ¿Qué te llevó a desarrollar este proyecto?
R. Seguir defendiendo y difundiendo mi profesión tal y como es: por un lado, la musicoterapia, y por otro, la enfermería, defendida como agente de liderazgo.

P. ¿En qué consiste y qué cabida tendría en nuestro sistema sanitario?
R. La idea o motivación era proponer un proceso de integración —no un programa de musicoterapia— dentro del Hospital de Calahorra. Mi proyecto propone la implementación de la musicoterapia liderada por enfermería con formación específica, centrándose en mejorar la experiencia del paciente, optimizar la atención psicoemocional y social, y apoyar al personal de enfermería ante la alta carga asistencial, constituyendo un puente entre innovación y excelencia.

Estamos en un momento en que la carga asistencial es enorme y faltan profesionales y recursos. ¿A qué nos lleva esto? En enfermería nos han enseñado a dar un cuidado integral, pero eso no siempre sucede por culpa de las prisas. Vamos siempre corriendo, y es una pena; me resulta triste y frustrante tener que proveer cuidados siempre a toda velocidad, más preocupadas por cumplir la cantidad de tareas del turno que por detenernos a ver a la persona que tenemos delante.

Al final, estás más pendiente de que la parte física esté cubierta y de terminar el millón de tareas que se acumulan tras esa atención. Sin embargo, toda la parte emocional, social, espiritual y familiar queda desatendida; y no porque no queramos, sino porque no damos más de sí.

P. El trabajo con el que has ganado el premio está pensado para el Hospital de Calahorra. ¿Luchas para que se cree tomando como modelo tu proyecto?
R. Sí, ya que la propuesta de integración es específica para el Hospital de Calahorra. Además, hace un par de años aproximadamente presenté la propuesta de implementar la musicoterapia en el Hospital de Calahorra y gustó mucho, pero, claro, nos encontramos en una situación en la que faltan tantos profesionales que algo que debería ser una ayuda —el hecho de ser enfermera— se convierte en mi mayor problema, porque no pueden prescindir de mí como profesional.

P. De acuerdo con eso, tu proyecto no sería realizable ahora mismo en el hospital.
R. Al contrario, precisamente eso es lo que justifica mi proyecto, el hecho de que la figura de un musicoterapeuta puede apoyar en los cuidados al paciente que, debido a la carga asistencial y a la falta de profesionales, no siempre atendemos como quisiéramos. Los musicoterapeutas no venimos a ofrecer milagros, sino a ser una profesión más dentro del sistema y a nutrir de calidad los cuidados.

«Mi proyecto propone la implementación de la musicoterapia liderada por enfermería con formación específica, centrándose en mejorar la experiencia del paciente, optimizar la atención psicoemocional y social, y apoyar al personal de enfermería ante la alta carga asistencial, constituyendo un puente entre innovación y excelencia»

P. ¿Cómo te planteaste esa implementación?
R. Lo propuse como un programa temporalizado. El primer mes: presentación del proyecto; el segundo, llevarlo a sesión clínica con los profesionales de enfermería… Respecto a los recursos humanos, contaría con un musicoterapeuta: yo misma, que ya estoy trabajando en el hospital. Lo mismo con el material: en primera instancia no sería necesario comprar nada.

P. ¿Habría que incorporar a alguien más para hacer ese trabajo?
R. Como lo que buscaba es un trabajo colaborativo con enfermería, en una de esas fases propuse una sesión clínica para el personal, ofreciendo la posibilidad de trabajar conmigo voluntariamente, como si fuera una formación específica.

P. ¿Qué papel jugaría enfermería?
R. Tiene que ser una relación recíproca de apoyo. Enfermería podría verse muy apoyada por la figura del musicoterapeuta y viceversa. Al final, ambas estamos cuidando. Yo digo muchas veces: “En lugar de utilizar una jeringa, utilizo mi voz y mi guitarra”. Simplemente cambio la perspectiva y el material, pero sigo cuidando. Tenemos que ser dos profesiones que se apoyen mutuamente y no ir cada una por su lado: enfermería puede ser mi puerta de entrada y apoyo a la hora de llevar la musicoterapia a los pacientes, y yo puedo apoyar en esos cuidados a los que no nos da tiempo.

P. ¿Cómo tener al equipo de enfermería como aliado?
R. Pueden colaborar haciendo lo que se denomina música y medicina —son intervenciones con música que puede realizar el personal sanitario fuera de un contexto terapéutico—. Es la gran diferencia con la musicoterapia, donde sí existe un plan terapéutico, que incluye una valoración inicial, identificación de necesidades, definición de objetivos y metodología, selección de intervenciones y evaluación continua del proceso. Es decir, la musicoterapia como disciplina y la música como herramienta para atender las necesidades de los pacientes.

P. ¿Qué profesionales se implicarían en ese plan terapéutico?
R. Tendría que estar informado todo el equipo que trata al paciente, como en las sesiones clínicas: medicina cuenta su parte, enfermería la suya y el musicoterapeuta la suya. Un trabajo coordinado.

Hablemos sobre ti

P. Eres enfermera, musicoterapeuta, profesora de música y cantante y compositora. ¿Cuál de ellas llegó primero a tu vida?
R. Diría que la música, porque desde niña siempre he estado cantando, pero también sentía mucho interés en todo lo relacionado con curar y cuidar…

P. ¿Qué tienen en común estas tres profesiones?
R. La mejor manera de resumirlo es la vocación: el deseo de estar presente por y para la otra persona, ya sea desde lo educativo o desde el cuidado. Al fin y al cabo, todos tienen la vocación de estar; cada uno en su ámbito, los tres comparten una manera de cuidar.

P. Y tienes formación como enfermera escolar.
R. Sí, y me encantaría trabajar en un colegio. Fue una formación que hice, un experto, con la idea de ver si también era una figura que se iba desarrollando poco a poco.

P. No habrá profesionales con tu mismo perfil en el sistema sanitario.
R. Creo que no, al menos literalmente.

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P. Y en el sistema riojano de salud ¿tiene cabida tu perfil?
R. Lucho por ello, pero actualmente lo veo muy difícil.

P. ¿Cómo llegaste a ser Musicoterapeuta especializada en medicina y tratamiento del dolor?
R. Al mismo tiempo que estudiaba Enfermería, comencé el máster de Musicoterapia en el Instituto de Música, Arte y Proceso de Vitoria, que trabaja en coordinación con la Universidad de Aalborg en Dinamarca, cuyo departamento de Musicoterapia cuenta con un gran prestigio internacional. Después, tuve el privilegio de recibir la formación especializada en musicoterapia en el ámbito médico de la mano de una reconocida experta como Cheryl Dileo. Al año siguiente, me formé en la técnica específica llamada Entreatment para trabajar el dolor de la persona, tanto físico como emocional.

La musicoterapia

P. ¿Cómo influye la musicoterapia en el bienestar de las personas, concretamente y según tu proyecto, en los pacientes de un hospital?
R. Es una pregunta compleja. Más que la musicoterapia, yo diría la música, que es nuestra principal herramienta. Y, más que hablar de cómo influye, prefiero destacar una idea importante en el trabajo del musicoterapeuta, que es lo que nos distingue: el plan terapéutico, como en un PAE de enfermería o de psicología. Tenemos una valoración, identificamos necesidades, establecemos objetivos, definimos intervenciones y realizamos un proceso de evaluación.

La musicoterapia es una disciplina, es una ciencia, y esto quiero recalcarlo porque, en muchas ocasiones, nos encontramos intervenciones que, con toda la buena voluntad, ayudan a entretener, pero se les denomina erróneamente musicoterapia. Ahí no hay un proceso como tal. Nosotros, los musicoterapeutas, sí lo tenemos: existe una relación terapéutica con el paciente, y es desde ese buen hacer, desde la ética, donde se pueden conseguir los beneficios, individualizando el plan y personalizando las necesidades de cada paciente. Si eso no se hace así y, encima, se utiliza erróneamente la palabra “musicoterapia”, se puede generar un efecto no deseado.

P. ¿En qué momento descubriste que la música podía tener un lugar real, estructurado y clínicamente valioso dentro del hospital?
R. Lo fui descubriendo poco a poco. Me di cuenta de que quería implementarla en salud, pensando en un hospital, durante mi primer año de formación en la Escuela de Verano del máster, cuando pude asistir a mesas redondas y debates con profesionales de la musicoterapia de otros países que trabajaban en cuidados paliativos.

Casualmente, acababa de atravesar una experiencia personal muy mala que me hizo darme cuenta del gran cuidado que la musicoterapia puede ofrecer al final de la vida y de que me encantaría trabajar en ese ámbito. Tuve ocasión de comprobarlo durante mis prácticas del máster en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de La Rioja, aquí en Logroño, y puedo decir que fue una de las experiencias más bonitas de mi vida. Pero eso fue durante las prácticas; poder ejercerlo en un hospital todavía sigue siendo una lucha.

«La musicoterapia es una disciplina, es una ciencia, y esto quiero recalcarlo porque, en muchas ocasiones, nos encontramos intervenciones que, con toda la buena voluntad, ayudan a entretener, pero se les denomina erróneamente musicoterapia. Ahí no hay un proceso como tal. Nosotros, los musicoterapeutas, sí lo tenemos»

P. ¿Puedes compartir alguna experiencia clínica en la que la musicoterapia haya marcado una diferencia notable?

R. Una experiencia muy emocionante que viví en mis primeros contactos prácticos. Una mujer con síndrome de Guillain-Barre quedó paralizada poco después de parir. Muchos aspectos de su persona quedaron paralizados, no solo el físico; había perdido su rol de madre, no podía coger a su bebé. Trabajamos con ella toda la esfera emocional a través de las músicas que le gustaban e hicimos rehabilitación con un pandero en los pies. No estaba previsto que los moviera, pero los movió. Tantas eran sus ganas de poder coger a su niño… que al final también movió los brazos y para el cumplemés pudo tenerlo en sus brazos y cantarle una canción.

P.- ¿Se utilizan todo tipo de instrumentos? 

R. El que proceda en cada caso y cada profesional tiene también el suyo propio, con el que se ha formado. En las sesiones utilizamos mucho la pequeña percusión, los xilófonos, los metalófonos y audiciones musicales apropiadas para conseguir determinados objetivos de salud.

«Hace un par de años presenté la propuesta de implementar la musicoterapia en el Hospital de Calahorra y gustó mucho, pero, claro, nos encontramos en una situación en la que faltan tantos profesionales que algo que debería ser una ayuda —el hecho de ser enfermera— se convierte en mi mayor problema, porque no pueden prescindir de mí como profesional«

P. ¿A qué profesional, dentro del equipo, le correspondería recomendar el tratamiento con música?

R. Dentro del hospital, la idea sería que formase parte de la cartera de servicios y que, en coordinación con todo el equipo, si el médico o la enfermera considera que un paciente se puede beneficiar de ello, exista una derivación, siempre y cuando el paciente desee recibir ese tratamiento.

El paciente

P. ¿Está indicada en un tipo concreto de paciente según su edad, patología…?
R. La musicoterapia está abierta a muchos contextos, es muy adaptable, aunque no todo el mundo tiene afinidad con la música o la mente abierta para aceptar este tipo de terapias. Como en cualquier tratamiento, requiere una valoración previa de lo que necesita y desea cada persona.

P. ¿Qué beneficio tiene para el paciente?
R
. Todo depende del foco: si vas a trabajar la ansiedad o el dolor físico, que muchas veces viene acompañado de una base emocional, se trabajan conjuntamente; y se puede hacer perfectamente en colaboración con el psicólogo.

P. ¿Cómo reaccionan los pacientes?
R. Obviamente, no saben que pueden contar con un servicio así. Algunos se agobian y empiezan diciendo que “canto muy mal”. Con tranquilidad se les explica y se les aclaran las dudas y miedos para que entiendan que estamos ahí para ayudarles y que, de la misma manera que su enfermera utiliza una venda, yo utilizo la música. En musicoterapia, la estética no es lo importante, por lo que hay que dejar claro que no importa si se sabe de música o no.

En función de cómo se encuentren se realizan intervenciones activas, es decir, en las que el paciente participa activamente, o receptivas, en las que recibe la música por parte del musicoterapeuta. Siempre en función de su estado de salud en el momento de la sesión. Es una valoración y adaptación constante.

P. ¿Cómo es la intervención?
R. Utilizamos diferentes técnicas de improvisación adaptadas a cada momento y necesidades de los pacientes. También se crean canciones con ellos como una manera de volcar lo que están sintiendo. Esta experiencia la viví en Paliativos, donde grabábamos canciones con ellos a modo de despedida o como mensaje especial que el paciente regala a su familia, un legado precioso que queda cuando la persona ya no está.

P. Hablando de paliativos, eres coordinadora del grupo de trabajo MUSPAL (Musicoterapia en Cuidados Paliativos) integrado en la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). ¿Estáis trabajando por lograr el reconocimiento de la musicoterapia como terapia?
R. Sí, junto con mis compañeras, que por fortuna sí están trabajando en cuidados paliativos en hospitales de España. Nuestra labor va desde la difusión y defensa de nuestra profesión hasta la elaboración de ponencias, posters científicos y participación en congresos. Actualmente, estamos trabajando en la elaboración de una guía de práctica clínica de musicoterapia.

P. ¿Tu sueño sería ver tu proyecto implementado en un hospital?
R. Sería una ilusión enorme.


Ángela de La Fuente de Luis recogiendo el primer premio Liderazgo Enfermero de manos de Alicia Ibáñez, presidenta del Colegio de Enfermería de La Rioja como entidad patrocinadora del mismo. Este galardón fue convocado en el marco de las II Jornadas de Debate de la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE), que se han celebrado en el Hospital San Pedro de Logroño el pasado mes de noviembre de 2025.


El Colegio de Enfermería de La Rioja no se hace responsable de las opiniones expresadas por las personas entrevistadas.